Ayer, durante la presentación a prensa, tuve la oportunidad de visitar la exposición Dora Maar: fotografía y dibujos, en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, y confieso que me cautivaron, sobre todo, sus retratos tomados en plena calle. Hay algo poderoso en ese tipo de imágenes: una cercanía sin filtros, una humanidad que trasciende la estética. También me sorprendieron —y recomiendo especialmente— los contactos directos de negativos. Son de pequeño formato, pero esconden una fuerza inmensa. Para apreciarlos como se debe, no olviden llevar una lupa.
La muestra, enmarcada en la programación de PHotoESPAÑA y posible gracias al impulso de LOEWE y la FUNDACIÓN LOEWE, estará abierta al público desde el 6 de junio hasta el 14 de septiembre. Reúne más de 80 piezas entre fotografías y dibujos, distribuidas entre el hall principal del museo y la sala Pardo Bazán. Comisariada por María Millán, la exposición traza un recorrido por una etapa breve, pero decisiva, en la carrera de esta artista clave del siglo XX.
Dora Maar, nacida como Henriette Theodora Markovitch, fue mucho más que la musa de Picasso. Antes de conocer al pintor malagueño, ya se había consolidado como una fotógrafa brillante, que trabajó para grandes firmas de moda y medios de comunicación. En los años 30, incursionó con audacia en el surrealismo, experimentando con técnicas vanguardistas como la solarización, el fotomontaje o la doble exposición. Esta exposición ayuda, justamente, a rescatar esa identidad autónoma y a reconocer a Maar como una artista que supo mirar la realidad desde ángulos inesperados.
Uno de los ejes principales de la muestra son las fotografías urbanas captadas por Maar en Barcelona en 1933. A través de su cámara, la ciudad cobra vida con sus contrastes sociales y sus personajes callejeros. Vemos músicos, vendedores ambulantes, niños descalzos, pescadores y mujeres mayores sentadas en portales, entre la dignidad y el agotamiento. Estas escenas cotidianas, retratadas en una época convulsa previa a la Guerra Civil, se convierten en documentos sociales de gran valor. Maar no idealiza la pobreza, pero tampoco la estetiza; la observa con empatía, como si quisiera que no nos olvidáramos de esas vidas al margen.
Además de estas imágenes, la exposición incluye retratos íntimos de figuras esenciales del siglo XX, como Jean Cocteau, Frida Kahlo, Picasso y Nadia Sibirskaïa. A esto se suma una serie especialmente valiosa de fotografías que documentan el proceso de creación del Guernica, capturadas durante los 35 días que Picasso dedicó a su obra maestra. Maar registró con rigor y sensibilidad cómo la pintura evolucionaba en el taller, y ese archivo se convierte hoy en un testimonio histórico y artístico de primer orden.
Pero lo más inesperado —y quizá más revelador— de la muestra son los dibujos inéditos de Dora Maar. Descubiertos hace pocos años y expuestos ahora por primera vez, nos acercan a su mundo interior. Realizados con lápiz y tinta china sobre hojas sueltas, cuadernos y diarios personales, estos dibujos reflejan una faceta más íntima y experimental de la artista. Hay figuras mitológicas, estudios botánicos, composiciones cubistas y trazos abstractos. Se percibe en ellos la necesidad de explorar formas, de ensayar emociones, de pensar con la mano.
El 17 de junio, la historiadora del arte Victoria Combalía —una de las mayores expertas en la obra de Maar— ofrecerá una conferencia en el auditorio del museo. Será una buena oportunidad para profundizar en el legado de una artista compleja, intensa, y a menudo injustamente eclipsada.
Este proyecto se inscribe en el compromiso de LOEWE y su Fundación por dar visibilidad a fotógrafos y artistas que, como Maar, se atrevieron a romper moldes y a mirar el mundo de otro modo. PHotoESPAÑA, por su parte, continúa consolidándose como un espacio imprescindible para redescubrir obras fundamentales y enriquecer el panorama visual contemporáneo.
El Museo Lázaro Galdiano, que alberga esta exposición, es en sí mismo un lugar de referencia: un palacete lleno de historia, que guarda joyas de la pintura española y europea, desde Goya hasta El Bosco. A su colección permanente se suman propuestas de arte contemporáneo como esta, que dialogan con el pasado desde una mirada actual.
La exposición Dora Maar: fotografía y dibujos no es solo un viaje a través del arte, sino una invitación a mirar con atención. Y, sobre todo, a redescubrir a una mujer que supo transformar la calle, la intimidad y la memoria en arte.